viernes, 27 de marzo de 2009

EL HUNDIMIENTO

Título original: Der untergang
Director: Oliver Hirschbiegel
Año: 2004
País: Alemania (en coproducción con Austria e Italia)
Duración: 155'
Guión: Bernd Eichinger (sobre novela de Joaquim Fest)
Música: Stefan Zacharias
Fotografía: Rainer Klausmann
Montaje: Hans Funck
Vestuario: Claudia Bobsin
Productora: Constantin Films
Intérpretes: Bruno Ganz (Adolf Hitler), Alexandra Maria Lara (Traudl Junge), Julianne Köhler (Eva Braun), Corinna Harfouch (Magda Goebbels), Ulrich Matthes (Joseph Goebbels), Heino Ferch (Albert Speer), Christian Berkel (Ernst Günter-Schenk), Matthias Habich (Werner Haase), Thomas Kertschmann (Herman Feegelein), André Hennicke (Wilhem Mohnke), Ulrich Noethen (Heinrich Himmler).
Premios: Nominada al Oscar Mejor Película Extranjera (2005). Ganadora de 13 premios menores (lista de premios y nominaciones en http://alpacine.com/pelicula/59/premios/ )

Ultimamente es frecuente oir del cine alemán que se ha decidido al fin a mirar a su historia reciente de frente y a la cara. Los éxitos de películas como El Hundimiento, La Vida de los Otros, y el reciente estreno de R.A.F. parecen confirmarlo, aunque suelen olvidarse ejercicios coetáneos como Sophie Scholl (Los últimos Días), otros más lejanos como la Europa, Europa de Agnieszka Holland, Stalingrado o, ya perdidos en el tiempo (parece mentira, son los años setenta y primeros ochenta) los trabajos de Volker Schlondorf, Fassbinder, Herzog o el famoso Das Boot de Wofgang Petersen, sin olvidarnos de la coral Deutchsland im Herbst. Incluso Bergman rebuscó en Alemania sobre la memoria alemana en El Huevo de la Serpiente.

En cualquier caso la especialidad de El Hundimiento reside en que por primera vez alguien en el cine alemán interpretaba al monstruo, a Adolf Hitler, y se trataba sobre su persona desde Der Letzte Akt (1965). Y qué interpretación. Lo del suizo Bruno Ganz es para enmarcar.

El film muestra a lo largo de más de dos horas los últimos días del Reich alemán desde el interior del famoso búnker de la Cancillería en el que se refugiaron Hitler y sus más afectos. Con las tropas soviéticas pisando suelo berlinés, se nos muestran los desesperados intentos del Führer por montar la resistencia al ataque y la desesperación de sus generales por hacerle ver lo imposible de la tarea. El fanatismo de Hitler sale a pasear entre deserciones de afectos, el sufrimiento de la población civil y la permanencia hasta el final de unos pocos quijotes, los más afectos, que se hunden con el barco con tal de no capitular.

La película tiene una ambientación escrupulosa y el rigor histórico no tiene fracturas. El principal punto de vista proviene del personaje de una de las secretarias personales del Fürher (Traudl Junge), con la cual se contó para el rodaje y que prologa la proyección, pero además hay detalles que muestran el cuidado que se tuvo. Por ejemplo la secuencia en la que Hitler, a las puertas del bunker, entre escombros, condecora a niños-soldado movilizados como última defensa de Berlín. Esa escena es real, recuerdo a bote pronto un documental francés (De Nuremberg a Nuremberg) de finales de los 80, principios de los 90, en que aparece ese momento. Pues bien, en la película aparece un cámara rodando en el sitio exacto en el que debía estar para rodar la escena real.




Pero el principal problema con que se encontró el film fue la supuesta acusación de tratar de humanizar al monstruo, lo cual me parece un craso error. Nunca he entendido la propensión humana a deificar por completo al admirado (aunque se le admire por cosas particulares como ser un gran futbolista, músico o escritor) como de demonizar en absoluto al odiado. No me cabe la menor duda de que Pinochet o Franco eran unos abuelitos tiernos, y en el caso de Hitler está sobradamente documentado que, al margen de sus ideas criminales y sus accesos de ira incontrolable, era una persona exquisita en el trato, especialmente con las mujeres (con ciertas salvedades: ver el telefilme Hitler, Christian Duguay, 2003 con Robert Carlyle en el papel y la polémica en torno al suicidio de su sobrina), y que su monstruosidad político-social no impedía que aflorasen otras virtudes sociales. Es precisamente eso, la dualidad de una persona aborrecible lo que resulta interesante, porque en el fondo, está en todos nosotros, la capacidad para odiar y amar a la vez. En cualquier caso no debería ser un delito mostrar al mostruo como es, con virtudes y defectos, y no centrarse sólo en una cosa. En cualquier caso, lo de la humanización de Hitler en la película queda muy en entredicho. Quien esto afirma parece que sólo hubiese visto la primera escena en que aparece tratando con exquisita pulcritud a las candidatas a secretaria y se hubiese perdido el resto del metraje en el que el fanatismo y la irracionalidad emergen, y por su boca salen vanaglorias a la exterminación de los judíos, soflamas sobre la perdición de los débiles y el abandono sin piedad de la propia población civil alemana que arriba, fuera del búnker, sufren el ataque soviético y las purgas del propio ejército alemán (sí, aún en esos momentos dedicaban esfuerzos a la persecución interna) ejecutando ancianos que no querían tomar un fusil para defender una barricada ante un tanque soviético, enviando niños a la muerte y abandonando enfermos en los hospitales.
El Hundimiento es, en su faceta de reconstrucción histórica, una gran película sobre el final del nazismo y sobre Hitler, pero además una película bélica con mayúsculas.



martes, 10 de marzo de 2009

HAMBRE

Título original: Hunger
Director: Steve McQueen
Año: 2008
Duración: 96'
País: Gran Bretaña/Irlanda
Guión: Enda Walsh y Steve McQueen
Fotografía: Sean Bobbitt
Montaje: Joe Walker
Productora: Icon Entertainment
Intérpretes: Michael Fassbender, Liam Cunningham, Liam McMahon, Stuart Graham y Brian Milligan
Premios: Premio de la Juventud en el Festival de San Sebastián'08, Premio del Cine Europeo a la Revelaci´ñon del Año (Steve McQueen), Cámara de Oro en Cannes'08, Premio a la Nuvea Generación de la Asociación de Críticos de Cine de Los ángeles'08 y Premio Carl Foreman de los BAFTA'09 a la mejor promesa debutante (Steve McQueen) hasta un total de 22 premios. (Consultar lista completa en http://www.imdb.com/title/tt0986233/awards )

Bobby Sands es un héroe para el republicanismo norirlandés. Fue arrestado en 1977 por tenencia de armas de fuego y sentenciado a 14 años de cárcel. Recluído en la cárcel de máxima seguridad de Maze, en Belfast, puso en práctica la lucha desde el interior de las cárceles, abriendo un nuevo frente contra los británicos. La rebelión carcelaria incluía demandas como el derecho a usar sus propias ropas, recibir una visita y carta por semana y otras orientadas al no acatamiento de las normas comunes de presidio que tenían como objetivo final la consecución del estatus de presos políticos para los encarcelados del IRA. Su materialización tomó cuerpo en la llamada "protesta sucia" o de la "manta", ya que la rebelión iba acompañada de una negativa al aseo personal y a no usar ninguna ropa carcelaria salvo la manta.

Margaret Thatcher, decidida a no ceder un ápice a las demandas de los presos, fue fiel en un principio a su política de negociación cero con los terroristas. Sentadas las bases de ambas partes se allanaba el camino para que aquellos días de principios de los años ochenta fueran un infierno en Maze. Las condiciones infrahumanas, voluntariamente adoptadas por los presos (decoraban las paredes de las celdas con sus propios excrementos), se vieron multiplicadas por el papel de los funcionarios de la prisión, obligados a asear por la fuerza a los presos mientras afuera, en la calle, casi dos docenas de ellos morían en atentados.
Este clima abrasador, de extrema violencia, aparece reflejado en la película de un modo extraordinario. McQueen, exitoso como videocreador, hace su primera incursión en el cine con un relato crudo, para estómagos fuertes, en un ambiente oscuro, introspectivo, que incluso recuerda en diversas fases la frialdad narrativa de la escuela dogma, pero con una solidez a prueba de bombas, original y sin artificios, con una amplia ausencia de diálogo y palabra sustituida con maestría por la potencia de la imagen. Terry George ya se acercó, algo más de una década atrás, a este episodio en Some mother's son (En el nombre del hijo), pero desde un enfoque exterior a la cárcel, centrado en el papel de las madres (maravillosa Helen Mirren) de los presos. McQueen prefiere quedarse muy dentro de la cárcel, con el único eco exterior de la voz en off de Margaret Thatcher en momentos clave.

En Hunger no hay una línea usual de narración, ni tan siquiera de protagonismo. La película arranca con una magistral escena que reconocemos como cotidiana en el día a día del personaje: el funcionario de prisiones que afronta un nuevo día comprobando que no hay bombas bajo su coche mientras el rostro de su esposa permanece clavado a la ventana con expectación aterrorizada. Por lo que nos tiene acostumbrados el cine éste parecería ser el protagonista principal, pero no lo es. A continuación pasaremos unos minutos con un nuevo recluso en Maze, para vivir con él la llegada y situarnos en la actitud que encuentra entre sus correligionarios. Ahí descubrimos el lodazal de Maze. Pero éste tampoco es el protagonista. Mediada la proyección asistimos a la concentración en plano fijo de casi todo el diálogo del film: Bobby Sands comunica a un párroco afín al movimiento republicano su decisión de iniciar una huelga de hambre. Aquí encontraremos la contraposición de dos formas de observar un mismo problema: la lucha por la causa sea cual sea el precio y la postura del diálogo frente al crimen o, como es el caso, el suicidio. Desde aquí el resto de la película es un canto a la degeneración voluntaria. Asisitiremos a la conversión de Sands en un deshecho hasta su muerte por inanición voluntaria.

9 presos fallecieron en esta huelga, y más de 15 funcionarios de prisiones fueron asesinados en represalia durante este tiempo. Bobby Sands fue mientras tanto elegido diputado. En 1981 concluyó la protesta cuando Thatcher decidió acceder a todas las demandas menos a una: la concesión del estatus de preso político. Y ahí es donde reside el mensaje que lanza (que yo he recibido, McQueen sabrá si es así) la película. La reflexión en torno a un concepto sobre el que nunca habrá un acuerdo claro, puesto que, ya no sólo en el Ulster, cuando dos enemigos no se reconocen mutuamente en las mismas condiciones no puede haber un trato equiparable. Si un bando cree sufrir una agresión terrorista tratará como criminales a quienes creen estar en una guerra y exigen para sus presos un trato acorde a esta condición. Y por encima de todo, sobrevolando esta disyuntiva, la capacidad del ser humano para morir, matar y degenerarse hasta límites infrahumanos por la defensa de una causa vista como justa, irrenunciable e innegociable.

Aún no hay fecha para su estreno en España, de no hacerse estaríamos ante una barbarie cultural incomprensible, pues Hunger es una película de la mejor clase de cine que se ha visto ultimamente, eso sí, no apta para estómagos sensibles.
Imagen real del funeral de Sands en 1981.

domingo, 1 de marzo de 2009

EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD

Título original: Triumph des Willens
País:
Alemania
Año: 1935

Duración: 114'
Dirección: Leni Riefenstahl
Guión: Leni Riefenstahl y Walter Ruttman
Música: Herbert Windt
Fotograf
ía: Sepp Allgeier, Karl Attenberger y Werner Bohne
Premios: Premio Nacional de Cine Alemán (1935), Medalla de Oro y León de Oro en el Festival de Venecia (1935), Gran Premio de las Artes y las Técnicas en
la Exposición Universal de París (1937)

Septiembre de 1934, el Partido Nacionalsocialista alemán celebra su, si no me falla la memoria, primer congreso después de alzarse con el poder en 1933. Adolf Hitler, obsesionado con el cine, y sabedor, como su ministro de propaganda, Joseph Goebbles, del poder mediático de este medio de comunicación de masas, encarga a la veinteañera Leni Riefenstahl la realización de un documental que expanda la palabra nazi a todos aquellos que aún no habían sido absorbidos por su imán doctrinal.

Y así nació el que para muchos es el mejor documental de propaganda política jamás filmado, algo que, dado que ejecuta una total exaltación del emergente y triunfante nazismo, posterior máquina de destrucción y muerte, no deja de provocar inquietudes morales por doquier. Pero al César lo que es del César, porque estamos ante una película que no tiene desperdicio en muchos sentidos.

En primer lugar es un documento único del programa, la retórica, el espíritu y la capacidad de movilización del NSDAP por aquella época. El filme muestra los discursos de Adolf Hitler y de otros dirigentes, así como los rituales y arengas de las Juventudes del partido y otros cuerpos asociados. La política por encima de la camaradería, la disciplina, el deporte y la vida proto-cuartelera de una generación convencida de ser parte del renacer de una nación a la que no se ponían límites.

Por otro lado es un ejercicio bestial de propaganda, es un esfuerzo crucial por propagar la "palabra" a dónde esta aún no hubiese llegado. A lo largo de su proyección todo parece calculado para estimular a quien mira y atraerlo como una presa fácil; los discursos, las formaciones, los encuadres, los apabullantes decorados de Albert Speer, el bullir de la ciudad de Nüremberg en torno al evento, las banderas, los uniformes, los desfiles de antorchas en la noche y, por supuesto, el magistral arranque de la película con tomas desde el aire, desde el avión en que viaja el propio Hitler, metaforizando a Nüremberg con la Alemania que ansía la llegada del mesías salvador que emerge de entre las nubes. Uno recuerda haber oído muchas veces a personas corrientes de aquella Alemania citar el poder embriagador de la parafernalia nazi y su irresistible atracción. Viendo este documental se puede, quizá remotamente, experimentar una sensación parecida, porque en un determinado momento quien mira siente correr por la sangre esa extraña atracción, lo cual incita en primer lugar a buscar el número del psicólogo, pero que en realidad confirma que el objetivo de la Riefenstahl y del propio Hitler con este rodaje se cumplió con creces. La película se convirtió en la Alemania de 1935 en un fenónemo de masas.

Y por último supone, artísticamente, un hito en este tipo de cine. Todo lo anteriormente descrito está, en opinión de los expertos, rozando la perfección en todas sus tomas, siendo además punto de partida de nuevos recursos técnicos fílmicos. Los premios que recibió fuera de Alemania en su día lo atestiguan. Si el nazismo pudo parir algún tipo de obra de arte, esta es sin duda su máxima expresión, por mucho que repugne lo que muestra, a quienes muestra y lo que aconteció después.

Leni Riefenstahl marcó otro hito un año después con Olympia, el documento sobre las Olimpiadas de Berlín'36, con el mismo tono de exaltación, en este caso de lo ario, pero cayó en desgracia por motivos obvios tras 1945. Viajó por Africa rodando tribus autóctonas y murió no hace demasiados años. Hoy día, pese a que la exhibición pública de El Triunfo de la Voluntad permanece prohibida en Alemania (o al menos lo estaba hasta hace poco), la maestría cinematográfica de esta mujer es indiscutible, y si pensamos en nombres ilustres asociados al nazismo que el paso del tiempo no haya condenado al vilipendio y la denostación total, el de Leni Riefenstahl aparece junto al de Erwin Rommel, por motivos obviamente diferentes, como figuras merecedoras de un cierto respeto. Sólo falta que se le sume Wilhem Canaris y los grupos de conspiradores que buscaron acabar con Hitler...aunque de eso parece que ha empezado a encargarse Tom Cruise...habrá que ver Walkiria.